Desayuno en el hotel y salida hacia las cascadas de Ouzoud. Visito estas turísticas y bonitas cascadas...
... y sigo ruta hasta Midelt, donde llego a media tarde.
Después de dejar el equipaje en el hostal, me dirijo con la moto a las Gargantas de Aouli. El camino es una pista sin dificultades especiales, que cruza varias veces un pequeño riachuelo, y que a trozos aparece sembrada de gravilla suelta, pero sin complicación.
Al llegar descubro con placer que es, tal vez, unos de los mejores paisajes que he visto en Marruecos.
Las profundas gargantas esconden en su interior los restos de una mina abandonada, lo que las convierte en un tétrico paisaje. La luz del atardecer les da todavía un carácter más fantasmagórico, y un escalofrío recorre mi espalda.
Al final del camino, las gargantas se abren y aparece ante mis ojos un increíble paisaje de tonos rojos y ocres.
Absorbo la energía del lugar, e inicio la ruta de regreso a Midelt, donde llego antes de que se haga de noche.
Ceno en un restaurante del pueblo y converso con Rachid, el cual vive en Madrid pero ha regresado a visitar a su familia. Nos tomamos juntos unas cervezas en el bar del pueblo, que a mi me transporta a uno de las películas del lejano oeste; vasos sucios, barra de madera, un gigante camarero tras ella, y dos peleas tras nosotros. Una etílica conversación con Abdul el Gandul, y retirada al hostal, que mañana vuelvo a la frontera.
... y sigo ruta hasta Midelt, donde llego a media tarde.
Después de dejar el equipaje en el hostal, me dirijo con la moto a las Gargantas de Aouli. El camino es una pista sin dificultades especiales, que cruza varias veces un pequeño riachuelo, y que a trozos aparece sembrada de gravilla suelta, pero sin complicación.
Al final del camino, las gargantas se abren y aparece ante mis ojos un increíble paisaje de tonos rojos y ocres.
Ceno en un restaurante del pueblo y converso con Rachid, el cual vive en Madrid pero ha regresado a visitar a su familia. Nos tomamos juntos unas cervezas en el bar del pueblo, que a mi me transporta a uno de las películas del lejano oeste; vasos sucios, barra de madera, un gigante camarero tras ella, y dos peleas tras nosotros. Una etílica conversación con Abdul el Gandul, y retirada al hostal, que mañana vuelvo a la frontera.
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